domingo, 26 de junio de 2016

Querida España:


"Una fecha que vivirá para siempre en la infamia".

 Estas fueron las palabras que pronunció el presidente Roosevelt el 8 de diciembre de 1941, la mañana siguiente al ataque a Pearl Harbour. En ellas recogía sobriamente la ira, el desamparo y la profunda repulsa que embargaba a la nación norteamericana ante aquella tragedia. Emociones que hoy ante lo sucedido en las urnas, han sobrecogido a aquellos que aún teníamos un voto de confianza por el tan necesitado cambio.  A aquellos que, al igual que yo, han asistido a las últimas horas del escrutinio de votos con la desolación con la que un condenado a la hoguera debía contemplar a la multitud voceante y furiosa que esperaba para verle arder hasta que la carne se le desprendiese de los huesos.

La metáfora puede ser gráfica pero no es exagerada. Porque, no nos equivoquemos, hoy ha habido una quema en la plaza mayor de cada hogar. En la pira ha ardido la última esperanza para este país con una larga tradición de decepciones a su propia gente. La leña la han puesto las papeletas. Y vosotros, sí, vosotros votantes del PP, los que no sois asquerosamente ricos sino simplemente ciegos, habéis encendido la llama embebidos en vuestra propia estupidez, en vuestro egoísmo y en vuestro corrosivo miedo. Esperando que la visión de las brasas os tranquilice y salvaguarde vuestras pensiones y vuestro modelo económico "sostenible", mientras a vuestras espaldas, todos los corruptos, los mentirosos y las monstruosidades megalómanas que han fermentado y crecido a la sombra de la impunidad se frotan contentos las manos porque siguen siendo intocables, y esta vez se avecinan otros cuatro años de chuparnos la sangre a todos.

Y es cierto lo que se dice, os merecéis la carcasa que os dejen.

Pero nosotros no.  Nosotros seguiremos cobrando sueldos de mierda o abandonando nuestras familias, nuestro idioma, nuestras calles y recuerdos en pos de una vida que merezca (que pueda) ser vivida. Y mientras salimos de las fronteras aún podremos oír las risas de hiena y el ladrido de los perros que babean negando que pase nada realmente malo, que no hay tal cosa como una fuga de cerebros o recortes excesivos en educación y sanidad. Ruidos que se perderán en la distancia mientras intentamos olvidar el regusto amargo de saber que se podía haber hecho algo.
Recordad eso cuando estéis pudriéndoos en una sala de espera porque no hay suficiente personal para atenderos. Recordad que podríamos haberlo hecho mejor. Que merecíamos haberlo hecho mejor.  Pero sobre todo, por encima de todo, cuando la realidad llegue por fin a alcanzaros porque os expropian la casa, porque os dais cuenta que vuestros impuestos sólo financian trajes y putas de lujo, porque al final y pese a todo os han echado del trabajo y quitado la pensión, recordad que tuvisteis en vuestras manos la posibilidad de hacer algo.

Y decidisteis quemarla.


P.D. Para los demás, Howard Beale en Network, Un Mundo Implacable: