lunes, 4 de enero de 2010

El Dandy

                                                  

Cruza el umbral de la puerta sujetándose las solapas de su abrigo de estilo marinero. El muslamen apretado en el negro sucio de unos pantalones pitillos sujetos precariamente por un cinturón de tela escocesa. Desenfadadamente caros. Absolutamente británicos. Una bufanda de punto cruza una ajustada camiseta con la imagen solarizada de Audrey Hepburn y una frase obscena en inglés impresa en letras negras con una fuente de diseño ultramoderno. La gente se arremolina en torno al gran salón para mirar a esta encarnación del esteta moderno. Y aunque todos son sumamente más ricos que él, se saben incapaces de igualar la informal sofisticación que desprende cuando sus zapatos describen una sobria filigrana sobre la alfombra turca de 2000 euros. Pronto empiezan las presentaciones. Salteadas con ponzoñosos comentarios por parte de aquellos que aún consideran el viejo esnobismo como el colmo de la elegancia. Esperando pillarle por sorpresa.
 - ¿Conocéis a Javier?
 - Vagamente. Creo recordar que eras...
 -  Magnífico. Y pintor.
 -  Interesante oficio.
 - Oh, yo no consideraría las inversiones de treinta mil euros en cuadros un oficio. Digamos que soy un artífice de caprichos.
 -  ¿Treinta mil en cuadros?
 -  En cultura, de hecho. Pero siempre hay quien prefiere el golf. Jajajajá
 - Jajajajá
  El esnob se retira con las orejas gachas intentando disimular la anécdota sobre su nuevo putter, que aún  flota en el ambiente igual que un pedo. Su joven contrincante sonríe desde el Olimpo de la autoconfianza. Igual que Hércules su bastardía es su acicate. Su padre  es el cosmopolitismo y su madre la beca Erasmus. Su estirpe se remonta a George Brummell y a la corte de Jorge IV.
Él es un Dandy.
 Las conversaciones se van sucediendo a lo largo de la noche entre la ingesta de caviar y champagne. El dandy se revela como un bebedor profuso y un conversador todoterreno. Su verbo es rápido, anecdótico y educado. Es capaz de conectar las influencias de la música Indie actual con los orígenes del calvinismo, y además meter entre medio alguna perla sobre el Getafe F.C y la última marca personal de Asafa Powell. Indomable pero flexible en sus convicciones, es como el Bruce lee de la dialéctica. Y cuando el género femenino abunda, sabe provocar el espasmo de la carcajada en los bien rellenos escotes con una batallita sobre su última visita a Berlín. La madrugada despunta en el carísimo carrillón del salón. Y el dandy se despide de sus anfitriones. Los hombres le sacuden la mano deseando que fuese su miembro. Las mujeres le besan las enjutas mejillas, desmayadas ante la proximidad de un glamour que ha alcanzado la consistencia de campo eléctrico. Y el dandy se despide breve y sobrio, como los grandes rockeros, dejando a su público con ganas de un bis.
 Para perderse en la noche urbana, su reino y amante exclusiva.

2 comentarios:

  1. jajaja, pues si que dio de si la noche vieja. Muy a lo "Retrato de Dorian Gray".
    Pd: le falta un sombrero, insisto.

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